La microbiota vaginal, dominada por Lactobacillus crispatus, L. jensenii y L. gasseri, protege a la mucosa frente al establecimiento de microorganismos patógenos mediante tres mecanismos complementarios:
a) La adherencia específica al epitelio, que bloquea su asentamiento,
b) la producción de compuestos antimicrobianos y
c) la coagregación con los patógenos, que potencia su efecto microbiocida.
A pesar de ello, en ocasiones se ve desplazada por microorganismos indeseables, lo que se asocia con la aparición de vaginosis bacteriana, vaginitis por Candida spp., tricomoniasis e infecciones del tracto urinario inferior.
La mayoría de los microorganismos que se detectan con regularidad en la vagina de mujeres sanas son típicos del hábitat intestinal, lo que sugiere que el tracto entérico podría actuar como reservorio de dichos agentes infecciosos.
Las diferencias más notables las encontramos en los lactobacilos que son dominantes en la vagina, mientras que son minoritarios en el intestino. Por contra, los grupos Clostridium-Eubacterium y Bacteroides-Prevotella, que dominan el hábitat intestinal, aparecen esporádicamente en la vagina, lo que sugiere que en esta mucosa son transeúntes más que colonizadoras.
Los productos microbiocidas principales generados por los lactobacilos son:
- Ácidos orgánicos
El pH fisiológico de la vagina es de aproximadamente 4. Este ambiente ácido inhibe parcial o totalmente el desarrollo de la mayor parte de las bacterias procedentes del tracto digestivo y de las de origen ambiental, siendo así un mecanismo de protección de la mucosa muy eficaz, hasta el punto de que un rasgo diferencial de la vaginosis es un exudado con un pH próximo a la neutralidad.
El origen de la acidez vaginal es el ácido láctico que se genera como producto final del metabolismo fermentativo de los glúcidos, que llevan a cabo los lactobacilos residentes y las propias células epiteliales.
- Peróxido de hidrógeno
La producción de agua oxigenada parece ser común entre ciertas especies de lactobacilos como L. crispatus y L. jensenii, mientras que es excepcional entre los lactobacilos que habitan preferentemente en el intestino,
En un estudio con 174 pacientes se encontró que la frecuencia de vaginosis era del 9% en mujeres que albergaban cepas de L. crispatus o L. jensenii, mientras que subía hasta el 44% en las colonizadas por otros lactobacilos productores de H2O2.
El efecto bactericida del agua oxigenada viene determinado por su capacidad oxidante y por la generación, a partir de ella, de metabolitos como el radical OH−, que dañan la integridad del ADN celular.
- Bacteriocinas
Son polipéptidos con actividad antimicrobiana que, al contrario que los antibióticos peptídicos, se sintetizan en los ribosomas. Las bacterias lácticas producen multitud de bacteriocinas.
Los lactobacilos en retirada: patología asociada
En ocasiones, la concentración de lactobacilos en la vagina disminuye por debajo de un nivel crítico. Esta circunstancia es aprovechada por microorganismos que se encuentran habitualmente en la vagina sana y/o por otros de origen exógeno, que proliferarán hasta hacerse dominantes, comportándose así como patógenos oportunistas.
Los cuadros que se han asociado a la disminución de lactobacilos sobre el epitelio vaginal son cuatro: la vaginosis bacteriana, (Gardnerella vaginalis, Mycoplasma hominis, Prevotella y Peptostreptococcus); la candidiasis, (Candida albicans en el 85% de los casos, C. glabrata y C. tropicalis); la tricomoniasis y las infecciones del tracto urinario inferior, causadas sobre todo por enterobacterias de origen intestinal (Escherichia coli es responsable de al menos el 80% de los casos).
Como hemos visto, la microbiota de ocupación es esencial para el mantenimiento de la salud vaginal. Habitualmente, cuando ésta se ve alterada como consecuencia de la infección por microorganismos indeseables, el tratamiento incluye el uso de antibióticos, lo que, en ocasiones, altera aún más el ecosistema, dificultando la recuperación y abriendo las puertas a procesos crónicos recidivantes. Por ello, es imprescindible devolver la homeostasis al ecosistema vaginal. Aunque el reto es importante, los datos que empiezan a acumularse indican que ésta puede ser una alternativa terapéutica fiable y efectiva, de fácil administración y sin efectos secundarios notables. Más importante aún, el tratamiento de la Microbiota Vaginal y la recuperación de su equilibrio es el mejor tratamiento para evitar las infecciones vaginales de repetición.
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